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miércoles, 23 de enero de 2019

Barcos de Leyenda

Barcos de Leyenda



La Nave Argo


El Argo es sin duda una de las naves más famosas de todo el imaginario griego. Quizá incluso la más antigua; algunos autores clásicos como Catulo, Ovidio, Higino o Eratóstenes consideraban que había sido la primera en surcar los mares. Aunque sabemos que hay navegaciones anteriores, esta embarcación fue protagonista, hace más de 3000 años, de una aventura épica que ha trascendido hasta nuestros días: el viaje de Jasón y los Argonautas e
n busca del vellocino de oro.
Según la tradición, el Argo era un pentecóntero: un ancestro de la galera cuyo nombre deriva de los 50 remos que servían, junto con una vela abatible, para propulsar la nave. Los remos se distribuían en una fila única, 25 por banda (aunque sabemos que los pentecónteros posteriores podían tener varias órdenes de remos), cada uno impulsado por un remero que, en esta época y a diferencia de lo que ocurriría siglos después, era un hombre libre. La nave pentecóntera servía tanto a propósitos de comercio como de guerra y era de fondo plano, rondando los 30 metros de eslora y 4 de manga. De escasa altura, era ligera y poco pesada; podía sacarse fácilmente del agua, como vemos tanto en la obra de Homero como en las Argonáuticas, y alcanzaba los 9.5 nudos de velocidad. Según la leyenda, la embarcación que nos ocupa fue construida por el carpintero Argos en Tesalia con ayuda de la diosa Atenea, protectora de la navegación. Aunque la madera utilizada procedía en su mayoría del monte Pelión, la proa fue tallada por la propia diosa en una pieza de encina traída del Oráculo de Dodona, otorgando al Argo el don de la palabra y la profecía. Esta nave, tripulada por Jasón y los Argonautas, realizó un viaje desde Tesalia hasta la Cólquide, a través de un hasta entonces inexplorado Mar Negro.

Elige una de ellas


La Nao Victoria


El 6 de septiembre de 1522, diecisiete hombres y un capitán desembarcaban hambrientos, enfermos y exhaustos en el puerto gaditano de San Lúcar de Barrameda. Maltrecha y remendada, su nave, la Victoria, con 85 toneles de porte y unos 25 metros de eslora, había cortado cuatro veces la línea equinoccial y recorrido 14.000 leguas, dando por primera vez la vuelta al mundo. El capitán superviviente era Juan Sebastián Elcano.
La Victoria era una nao, nombre por el que en el siglo XVI se entendía generalmente una embarcación de alto bordo con castillo de proa y alcázar, propulsión exclusivamente de vela y diseñada específicamente para la navegación de altura. Su aparejo, distribuido en tres palos además del bauprés, era de velas cuadras en el mayor y el trinquete, con una vela latina aparejando el de mesana. Parte de una expedición formada por otras cuatro naves (Trinidad, San Antonio, Concepción y Santiago) la nao Victoria había zarpado tres años antes con una dotación de 237 hombres al mando del portugués Fernando de Magallanes, con el fin de encontrar un paso que uniera Europa y las Indias por el Oeste. Juan Sebastián Elcano era entonces maestre a bordo de la Concepción.
El viaje hecho por los españoles en el espacio de tres años alrededor del mundo es una de las cosas más grandes y maravillosas que se han ejecutado en nuestro tiempo




La Galera Marquesa


La galera Marquesa combatió en la batalla de Lepanto con la escuadra de socorro bajo el mando de Don Álvaro de Bazán. A bordo se encontraba Miguel de Cervantes, inmortal novelista, poeta y dramaturgo español, autor, entre otras obras, de El Quijote. Para la Marquesa, el combate se saldó con 40 muertos y más de 120 heridos, entre los que se contaba el propio Cervantes, que perdió la movilidad de la mano izquierda, valiéndole el sobrenombre de "el Manco de Lepanto". Una herida que, como más tarde diría él mismo en el prólogo de las Novelas ejemplares, aunque "puede parecer fea, la tiene por hermosa por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros".
Cervantes tenía razón en recordar con orgullo aquel combate. La batalla de Lepanto (la más famosa confrontación naval de la historia, con la de Trafalgar) marcó un punto de inflexión en la Historia del Mediterráneo. Y fue la galera el navío protagonista de esta lucha entre cristianos y turcos otomanos que puso fin al dominio de estos últimos en el Mediterráneo Occidental.
Demasiado tarde para consejos, es hora de luchar.



El Nautilus


El Nautilus es el submarino por antonomasia en la Historia del Mar y la Literatura. Fruto de la imaginación de Julio Verne (1828-1905), este ingenio entonces futurista, equipado con la más moderna tecnología y una biblioteca única, es el refugio del Capitán Nemo. Personaje épico y sabio atormentado, el Capitán, desengañado de la raza humana, dedica su vida al conocimiento, la justicia y la venganza. El Nautilus aparece por primera vez en 20.000 leguas de viaje submarino, aunque el lector volverá a encontrarlo junto a su capitán en La isla misteriosa.
Su nombre procede del submarino real ingeniado por Robert Fulton (1765-1815), que pese a ser operativo nunca llegó a producirse más allá de su prototipo. Para crear su Nautilus, Verne tomó rasgos de sumergibles anteriores aunque dotándolo de una autonomía absoluta y otras características que fueron inconcebible hasta mucho después. En la novela, este submarino es diseñado por el propio Capitán Nemo; para mantener el secreto de su ingenioso invento, las piezas son encargadas en diferentes lugares del Mundo y ensambladas por la futura tripulación en una isla remota del Pacífico.

De todas las artes conocidas, la de dirigirse á través de medios impropios para el sostenimiento de la vida, es sin duda la más difícil y arriesgada que podía emprender el hombre.




La Numancia fue uno de los barcos más modernos de su época, y también uno de los más importantes en la Historia de la Armada Española, de la que abarca medio siglo. Protagonista de un famoso periplo moderno, fue la primera fragata acorazada en dar la vuelta al mundo, participando en algunos de los combates navales más relevantes de su tiempo.
Construida en los astilleros franceses de Tolón, donde fue botada en 1863 y puesta en servicio un año después, este buque desplazaba 7.402 toneladas, con una eslora de 96 metros y una manga de 17,34 metros. Impulsado por una máquina de 1.000 CV. que le proporcionaba una velocidad de 12 nudos, conservaba tres palos para la navegación auxiliar a vela. Su tripulación era de 590 hombres. Sobre un casco clásico de madera de teca llevaba una protección de hierro de 13 centímetros de grosor que blindaba la fragata desde 2.3 m bajo la línea de flotación hasta la cubierta principal. También estaba dotada de una artillería moderna para su tiempo (34 cañones de 20 cm/68 libras), que tuvo oportunidad de utilizar a menudo durante su viaje inaugural, cuando en 1864 fue asignada a la escuadra del Pacífico para combatir a las naciones hispanoamericanas recientemente independizadas.

España prefiere honra sin barcos a barcos sin honra

Narciso Monturiol






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