Del imperio austrohúngaro al Plan Marshall (*)
No es posible acercarse al cine, y a la casi siempre demostrada eficacia y solvencia moral, política y social, de Luis G. Berlanga sin hacer mención, diría que obligada, al Imperio Austrohúngaro y a las consecuencias, terribles y beneficiosas, entre otras, que ha tenido para nosotros “su desmembración”, que nos ha llevado al mundo tal y como lo conocemos, y diría que lo vivimos.
Si vamos al principio, en una acomodada familia valenciana, hacia el 12 de junio de 1921, sabemos que tuvo lugar su nacimiento. De primeras, claro, no sabía, no conocía nada; feliz el autor de ocuparse de las prerrogativas para soltar la imaginación al libre albedrío y no darse por enterado de lo que no fuese crecer, alimentarse y dormir soñando futuras imágenes y algarabías, que pretendían dejar en nada a las fallas de aquellos años, y unos incansables e insistentes principios eróticos, que espacio y tiempo confirmarían.