Biografía
Galdós era hijo de un militar, D. Sebastián Pérez, que solía contarle historias sobre la Guerra de la Independencia, y de Dolores Galdós, una dama de muy fuerte carácter e hija de un antiguo secretario de la Inquisición. Estudió en el colegio de San Agustín, que aplicaba una pedagogía activa y bastante avanzada para la época. Son los años en que empiezan a divulgarse las polémicas teorías darwinistas, de lo cual hay ecos en obras suyas como Doña Perfecta.
Obtiene en 1862 el título de bachiller en Artes en el Instituto de La Laguna y colabora en la prensa local con poesías satíricas, ensayos y algunos cuentos. En septiembre de ese año marcha a Madrid para estudiar Derecho. Allí conoce al fundador de la Institución Libre de Enseñanza, Francisco Giner de los Ríos, quien le alentó a escribir y le hizo sentir curiosidad por la filosofía krausista. Frecuenta los teatros y crea con otros escritores paisanos suyos la "Tertulia Canaria" en Madrid, frecuenta el Ateneo y lee a los principales narradores europeos en inglés y francés; empieza a descuidar sus estudios de Derecho.
En 1865 asiste como testigo a los hechos de la Noche de San Daniel, que le impresionaron vívidamente, y empieza a escribir como meritorio en ese mismo año en los periódicos La Nación y El Debate y en la Revista del Movimiento Intelectual de Europa. Al año siguiente y en calidad de periodista asiste al pronunciamiento de los sargentos del Cuartel de San Gil.
En 1867 viaja en calidad de corresponsal a París para dar cuenta de la Exposición Universal y publica su primera novela, La Fontana de Oro, en que bosqueja la situación ideológica de España durante el Trienio Constitucional (1820-1823). Lee a Balzac y a Dickens, y traduce de éste su obra más cervantina, Los Papeles Póstumos Del Club Pickwick. Toda esta actividad supone su inasistencia a las clases de Derecho y le borran definitivamente de la matrícula en 1868. En ese mismo año, se produce la llamada revolución de 1868, en que cae la reina Isabel II. El año siguiente se encarga de hacer crónicas periodísticas sobre la elaboración de la nueva Constitución.
En 1873 comenzó a publicar la que se puede considerar su obra cumbre: los Episodios Nacionales, donde quedan reflejados de forma muy viva los hechos más importantes de la agitada historia de España durante el siglo XIX. Son un conjunto de 46 episodios, que comienzan en la batalla de Trafalgar y terminan en la Restauración.
Obra
De su muy amplia producción literaria podemos citar las siguientes obras: Fortunata y Jacinta, que es una auténtica mina de personajes y ambientes, pero cuyo eje argumental resulta un poco endeble: el enamoramiento de dos mujeres de diferentes clases sociales de un mismo hombre: Juan Santa Cruz, prototipo del hijo de familia acomodada. En cambio, uno de los personajillos de segunda fila, el usurero Torquemada, da de sí como para que en otra ocasión se desarrolle sobre él una serie de cuatro divertimentos narrativos (Torquemada En La Hoguera, Torquemada En La Cruz, Torquemada En El Purgatorio, Torquemada y San Pedro), con admirable virtuosismo en el análisis de un tipo social a través de su lenguaje y estilo.
Cabría agrupar varias novelas unidas por la problemática religiosa; si en Doña Perfecta Galdós se muestra anticlerical al modo de entonces, en cambio, en Ángel Guerra y, sobre todo, en Nazarín, se advierte que no hay en él irreligiosidad, sino al contrario, un profundo sentir cristiano, disconforme con los compromisos temporales y sociales de los hombres de la Iglesia.
También hay que destacar Miau, que es la pequeña epopeya del cesante, del funcionario de Hacienda que, dejado en la calle por un cambio ministerial, se alimenta de la esperanza, mientras detrás de él su inconsciente familia trata de mantener las apariencias de la «gente bien». Por otro lado, Misericordia nos sumerge en los estratos más bajos del Madrid de entonces, en contraste con la gente acomodada pero venida a menos. En ella encontramos una espléndida pareja de figuras: el moro ciego Almudena y la criada Benina, que representa la exaltación de la caridad. Otras novelas suyas son Tormento, relato del conflicto entre la imaginación y la realidad, entre la libertad de elegir el propio destino y las resistencias del ambiente a permitirlo y finalmente La Desheredada.
Galdós ha ensayado también el teatro, insistiendo a veces en temas ya tocados en sus novelas, como El Abuelo. Aunque en algún momento sus composiciones teatrales fueron muy celebradas, en general esta faceta del escritor es netamente inferior al resto de su producción literaria.
Fórmulas narrativas
Galdós empezó cultivando una novela de tesis en que los personajes aparecían quizá demasiado cortados por un patrón maniqueo, que los dividía entre conservadores intolerantes y progresistas tolerantes; después empezó a interesarse por los aspectos más costumbristas y por facetas más espirituales, e intentó encontrar la raíz de la burguesía española de su época en la historia reciente, mediante el uso de la novela histórica; también ensayó otras fórmulas narrativas, como la novela dialogada.
Estilo
Galdós posee una especial sensibilidad para el lenguaje popular; Baroja decía de él que "sabía hacer hablar" al pueblo. Consciente de esta gran virtud, suele utilizar muy a menudo el diálogo e incluso llega a ensayar novelas absolutamente dialogadas.
Su estilo busca la naturalidad y rehúye cualquier artificio retórico a fin de ofrecer, según postulados estéticos realistas, la visión más directa posible de lo que pretende expresar. Por eso el lenguaje se impregna frecuentemente de términos corrientes e incluso vulgares, y hasta incluso en alguna ocasión el narrador canario, víctima de ese frenesí costumbrista, llega a mostrar un poco ridículos e infantiles a los personajes que describe. Es frecuente en él el humor, un humor piadosamente irónico de sesgo cervantino (Galdós fue un gran lector del Quijote).
A pesar de su amplia obra Galdós no fue afortunado, ya que a pesar del amplio apoyo de intelectuales españoles para que le fuera concedido el Premio Nobel, éste nunca le fue otorgado. Finalmente, ciego, pasó los últimos días de su vida en una situación de estrechez económica y, lo que es peor, en el olvido de muchos.
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